PlantaHadas
Ella está enferma; sus pulmones están llenos del humo emanado por fábricas e incendios planeados por grandes corporaciones, su piel está agrietada de tanto que ya le han absorbido, derruido y contaminado. Se mueve, convulsa, creo yo que de tanto dolor.
Algunas de las que están alrededor de ella han comenzado a reaccionar a su estado, tratando de darle más calor a ver si le provoca un momento de descanso o alterando las aguas para que se refresque y distraiga un poco.
Nosotras la vemos y tratamos de sanar el pedacito que alcanzamos; algunas buscan llenarla de comida natural crecida en tierrita sana y otras la ayudan a respirar mejor cubriendola de plantas que alegran la vista y renuevan el aire.
Ella está frágil… Y nosotras un poco también. Nos sentimos desalentadas pero en franca resistencia, buscando que otras la escuchen y acudan a su llamado de auxilio.
Que ella esté enferma hace que otras padezcan aún más, bajo el calor es más difícil sostener el enorme peso que cargan sobre los hombros.
La tierra, nuestra casa, está padeciendo, y mientras todos se intercambian la culpa sin hacer nada más, somos nosotras las que sentimos en la cuerpa lo que pasa; están acabando con todo espacio para la vida.
Ante eso, orgánicamente nos aliamos, traficamos con remedios naturales y semillas, recuperamos la lengua de mujer cuyo ritmo cíclico fluye en nuestra voz…
Nos preguntamos y respondemos, haciéndonos eco.
Planeamos, más que revueltas, mantener espacios con vida que sostengamos juntas.
Planeamos, más que revueltas, mantener espacios con vida que sostengamos juntas.
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