¡Qué carajos!

Qué carajos sentir que la dureza del mundo patriarcal tiene cabida en nuestros corazones.

Qué carajos experimentar que todo lo que hemos construido sea tan frágil e inestable.

Qué carajos darnos cuenta de que esto no era más fuerte que la misoginia que carcome nuestras venas como el óxido que corroe estructuras.

Qué pesar que las diferencias encuentren eco en palabras que juzgan y no en oídos que escuchen con calor y que se conviertan, entonces, en dagas que hacen sangrar nuestros ojos y hace que la claridad se apague.

Qué carajos, qué rabia que la palabra amistad conjugada con feminismo se nos quede tan corta y se hunda en arena movediza.
¿Por qué? ¿Pesa más la costumbre de la rivalidad? ¿Pesa más la costumbre de la lucha? Pesa más que la oportunidad…

No se puede olvidar lo que cuesta la apuesta de desaprendernos y re-crear, pero tampoco se puede obviar lo que puede resultar. ¿Por qué no apostar a más sin juzgar? ¿Por qué no apostar a transformarnos la vida? Liberar y sanar también es una apuesta en la confianza de la construcción antipatriarcal.

¿Qué tanto podremos sostener? Sé que la magia de nuestras energías en conjunto son más fuertes que cualquier cosa, pero si las bloqueamos no podremos continuar.

Si nos juzgamos, no podremos continuar.
Si elegimos enemistarnos, no podremos continuar.

Solo sé que no hay cabida para los señalamientos, que juzgar no es una opción. Y también sé que no te quiero fuera de mi vida, ¿qué vamos a hacer?

Nuestra amistad va de mucho más. Solo necesitamos aprender a desencontrarnos. Vernos a través del alma y no a través de los ojos de la opresión. 

NECESITAMOS – NOS.
Ilustración de Pepa Ilustradora


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