Nemidofora, la lagarta solitaria

Nemidofora es una lagarta que habita en la selva amazónica, es grande y tiene una larga cola violeta con manchas de color negro que parecen pequeñas arañitas, le gusta dar largos paseos y observar a lo lejos las manadas de otras hembras animalas, como elefantas, arañas, abejas, jaguaras, monas, etc.

A veces siente la necesidad de unirse a ellas y también a otras lagartas, pero no sabe cómo hacerlo, lo primero que piensa es que no encajará, no sabrá qué hacer o cómo actuar ante ellas. Sabe que necesita estar con otras pero no sabe como estar en comunidad; una vocecita en su cabeza le dice que su cola no es lo suficientemente larga, que sus patitas no son lo suficientemente fuertes, que no es capaz de hacer tela de araña, ni de balancearse como lo hacen las monas, ni correr grandes velocidades como las jaguaras, que no sabría cómo cuidar de las abejas o ayudar a proteger la colmena, que ni siquiera es capaz de hacer madrigueras o habitar en la copa de los árboles con sus semejantas, las lagartas cola de látigo.

Una tarde que el sol se hundía en la lejanía de aquellas montañas dibujadas en el horizonte, mientras Nemidofora contemplaba como un grupo de abejas polinizaban sobre unas heliconias, la Abeja Reina se acercó a ella:

Hola Nemidofora, ¿qué haces?

La lagarta sintió algo de pena, no pudo responder.

Entonces la Abeja Reina alzó vuelo y se posó aún más cerca de ella, y dijo con voz suave como susurro de viento:

He observado que casi todos los días recorres largos caminos, te topas con muchas manadas, las miras desde la distancia, pero jamás te has acercado a una. ¿Por qué?

Nemidofora, con su voz aguda y un poco ahogada, respondió:

No puedo.

¿Por qué?preguntó de nuevo la Abeja Reina

–¡No sé!gritó Nemidofora simplemente no sé cómo hacerlo y suspiró.

Hubo un pequeño silencio, que tal vez fue a propósito para que la lagarta pudiera calmarse.

¿Qué necesitas para poder acercarte? Tal vez te has preguntado ¿qué estás buscando? o ¿qué quieres tú? expresó la Abeja Reina.

Y un silencio más se instaló en ese momento, esta vez no fue a propósito, simplemente Nemidofora no sabía que contestar a esas preguntas que nunca se había detenido a pensarse, Abeja Reina en su sabiduría lo intuyó, se posó sobre la espalda de la lagarta para rodearla con la certeza de sus palabras: 

“Es importante tener claro tus necesidades y lo que quieres para ti. No es algo fácil, ni debes tener la respuesta de inmediato.  Es algo que puedes ir descubriendo día a día”

En el hacer también se aprende intervino la Tortuga Mayora que las observaba desde hacía un buen rato, sin que ellas se dieran cuenta de su presencia.

La Abeja Reina, le señaló a Nemidofora una llanura florida, y dijo: 

Allí te esperamos querida Nemidofora, en ese lugar llamado amistad, donde podrás hacer manadas, recorrer distancias con jaguaras, habitar entre lagartas, elefantas, monas, arañas, tortugas, las otras y nosotras.
Hay grandes ramas que parecen red, que se forman como telarañas, como nido de pájaras, que acoge, sostiene y protege, pero que también requiere abono y cuidado constante, donde cada una aporta lo suficiente para mantenerla viva, es tierra que se cultiva entre todas, no vas a estar sola.

Nemidofora conmovida y estupefacta, alzó la mirada y se encontró con un sentimiento extraño, un poco de miedo por ese lugar desconocido que aparecía frente a ella, pero a la vez con mucha confianza al sentirse acompañada de la Abeja Reina, de la Tortuga Mayora y todas las demás que como ella buscan habitarse en la amistad con otras.

Anita Trenzamundos


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