Amamacho
Ayer te vi triste, con las ojitas cansadas y pensé en cuánto nos está costando sobrevivir.
En el mundo de los hombres debemos mantenernos siempre ocupadas, siempre tensas, siempre dispuestas. Cada una de nuestras ramas carga un nido, pero ni las frutas ni las pajarotas nos pertenecen.
En el mundo de los hombres el ocio, el descanso y el disfrute es sólo para ellos. Por eso, sacudirse y echarse a dormir un rato, salir a dar un paseo con las ramas sin podar, dejar de producir y reproducir y empezar a colorear nuestra propia vida, es una manera de agrietar el mundo construido para ellos. Por eso, el cuidado es revolucionario.
Amora, este amamacho es para ti:
Te deseo amaneceres alegres, café bien colado, solcito tibio, que el camión se detenga en la parada y llegues a tiempo, que el vagón del metro tenga asientos libres cuando te duela la espalda y las piernas. Te deseo tiempo, espacio y energía. Te deseo descanso sin culpa, holgazanería, ocio, días de estar sólo contigo, de crear, reír y bailar sólo para ti. Te deseo noches despierta contando las estrellas, deletreando palabras, adivinando el nombre de la próxima canción. Te deseo amigas, contacto, piel, caricias, sudores. Te deseo amor no reproductivo. Te deseo soledad habitada. Te deseo valiente y alegre, te deseo orgullosa y tranquila. Te deseo profundamente lesbiana, de las resisten, de las que cuidan, de las que sostienen. Te abrazo y deseo que seas esa grieta por donde nos colemos todas. Mereces una vida a la altura de tus ojos.
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