Nuestra mirada

¿Cómo nutro mi tierra?
La munda.
Caliente, grande y roja
¿Por qué lo que hay debajo de mis pies es gris? Frío y gris.
¿Será que el rojo está debajo?

Mi cuerpa.
Cálida, ancha y marrón
¿Será que el rojo está debajo?
Qué soy ante esta munda,
Soy un pedacito de tierra, un pedacito de calor,
color.
Color de mi abuela.

Estar frente a ella; qué inmensa es.
Trae un cansancio más grande que ella, su mirada está caída, sus hombros hacia delante y su sonrisa se desvanece si pasa más tiempo de pie.
Me siento con ella y la miro, ya tiene mucho gris sabiduría en ella.
Pero en la munda:
Los frutos ya no saben como antes, el agua ya no está en los ríos, la tierra ya no es fértil.
Le han robado sus años.
Le han exigido demasiado.
Le han puesto sobre ella lo que no le pertenece.

Ellos. Los que envidian el color gris sabiduría, los que solo tienen el gris cemento.

Pronto la munda se va a sacudir, va a bailar de nuevo, va hacer temblar los suelos, van a escuchar sus risas y vamos a ver de vuelta el brillo de sus ojos en el reflejo del agua, de una munda que solo es nuestra, con colores que solo nosotras podemos ver.
Una munda que se sienta dichosa y tranquila de sentirnos en ella, como esa dicha, sí, esa, la que solo se siente con las amigas.



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