La munda
No puedo más, todo este caos y violencia
me quitan las ganas de vivir.
La tierra muere, y todas dentro de ella también. El desinterés cobra más importancia que el deseo de hacer los esfuerzos necesarios, el calor aumenta y el agua se evapora, los alimentos están envenenados y parece que no pasara nada… Lo ideal es quejarnos para dejarlo pasar como si eso fuera la solución, aunque la realidad es que tal vez ya no exista una.
Las últimas esperanzas las pongo en el corazón de la lesbiandad y la potencia que allí puedo encontrar. Las últimas esperanzas están en encontrar unas mujeres poderosamente conscientes y con sueños de colores para crear una burbujita de existencia amorosa, tranquila, entre mujeres, para todos los seres vivos y respetuosamente en la tierra que nos acoge.
Caminar la utopía hasta hacerla realidad me mueve el alma y esa utopía será un rinconcito de un mundo habitado por mujeres lesbianas.
Mujeres que renunciamos a la idea de explotar y que luchamos por no ser explotadas, un rincón donde el oxígeno renace y reinicia, un rincón donde todas somos hermanas, un rincón donde no hay silencios inquisidores solo alegrías rebeldes, un lugar al que de verdad vamos a llamarle hogar.
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