Juntas

Existe un lugar donde las mujeres, unas muy particulares mujeres, lesbianas se dicen ellas, desconocen aquello llamado amenaza.
Han escuchado a otras hablar de eso a medias, porque a veces ya no la recuerdan, o tal vez han decidido olvidarla.

Las más pequeñas no tienen ni idea de cómo es una amenaza, no saben si es grande o pequeña, cómo se viste o de qué color es su piel.

Una de sus abuelas siempre les dice a las niñas que no vayan más lejos de la montaña porque ahí comienza la oscuridad ya que no alcanza a sonar el canto de las abuelas y no hay palabra de mujeres, no hay esperanza y la penumbra aprieta.

Pero cuando se es pequeña la curiosidad es grande.
¿Qué habrá detrás de las montañas? se preguntan entre ellas.

Un día, se les ocurre ir al pie de la montaña y gritar a algunos nombres de los que conocían.
Itzel Emma Angélica Rubí
Nadie responde.

Intentan una segunda vez, pero esta vez agarran todo el aire en su pechito para gritar muy fuerte, lo más fuerte que pueden, pero nadie responde nuevamente.

Agotadas se tiran al suelo y se dan cuenta de que quien sea que viva detrás de la montaña no quiso responder, porque vaya que gritaron fuerte.
No vale la pena ir más allá, se dicen entre ellas, porque donde viven si se les escucha, se les canta y se les sonríe de vuelta.

Solo nosotras sabemos disfrutar de este sol maravilloso que se ve hasta cuando cierras los ojos
¿Qué más se puede pedir?
—¿Qué más se podría salir a buscar?
Entre lesbianas se florece en todas las estaciones



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