Incómoda
Pareciera que disfruta de incomodar, su boca y gestos no saben callar ante algún ataque misógino, por pequeño que sea.
Deja clara su molestia, no baja el tono, levanta la ceja, pregunta ¡cuánto pregunta!
Hace tanto distinto a como “deberían” ser las buenas mujeres que ya lo menos peor es que sea lesbiana…
Seguramente, sí, sin duda, fueron las que la criaron, todas mandonas, haciendo todo para que hubiera comida caliente en su plato y ropa cubriendo y calentando su cuerpita. Cuidandola como si fuera lo más preciado, procurando su sobrevivencia, su salud, y hasta su felicidad.
Su problema es que no miente, y que aquello que señala sí está aniquilando.
Lo peor es que no busca que le den la razón, le es suficiente con juntarse con esas que también saben lo que viene, y lo que ya fue.
Las amigas, también esas son iguales, crían niñas juntas y todo lo deciden ellas mismas.
De vez en cuando la veo en el parque hablando con otras, haciendo que entre ellas platiquen y se escuchen, las veo sentarse a trazar un mapa que cada vez se ve más detallado.
Están tramando algo, un gran golpe, sorprendente y liberador.
Ella anda en eso, en siempre hablar de mujeres, en reclamar con y por otras, en pedir más y mejor para todas, en decir e insistir con que el mundo en munda se va a convertir.
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Ilustración de Marina Dormidontova |
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