Crecidas en campo minado

Nieta de misandrica, bisnieta de mujer… Amante de iguales, amiga incondicional, observadora profunda, lesbiana vuelta a su centro. Escuchadora de llantos, abrazadora de risas, pólvora suelta.

Del desencanto de la realidad, también sabedora. Como cuando trataron de hacerle creer a esa flor que sólo sabía dar espinas, que su color enfermaba a quién la mirara, que su voz era veneno corrosivo, que su abrazo, tan cálido y suavecito, era indeseable. A esa flor, que abre para tocar a otras, que se mueve para que el sol pueda bañar a todas.

La vi palidecer y hacerse chiquita, también vi cómo sobrevivió al ataque de las plagas, queriendo tocar hasta su raíz. Pero lo que ha sido maravilloso es ver cómo a su lado otras flores se movían para sostener su tallo; en un baile de caricias las vi abrirle paso al sol para que ella lo sintiera.

He visto cómo guardaban agua en sus pétalos para seguir regando a su compañera más tarde, como florecían de manera más tierna y graciosa para alegrarla e inspirarla.

Un re-florecimiento amoroso que alimenta de sólo ver… Que nutre la tierra para que todo pueda volver a crecer.

Cada tanto, es otra la flor atacada; el deseo de podar aquello que no entendemos pareciera llegar a lo autodestructivo.
Pero ellas siguen ahí… Negándose a rendirse. Tomando el sol, recibiendo la lluvia, jugando con las niñas que les observan embelesadas, dejándose oler por las perritas que pasean alegres, siendo recuerdo en la memoria de toda aquella que haya estado cerca, siendo vida, ofreciendo vida, floreciendo en vida.

Además de todas las historias que me han contado, he visto todo esto como parte de ellas, flores crecidas en campo minado. Ante cada explosión no hemos podido evitar salir expulsadas en direcciones contrarias y lejanas entre sí, nos he visto fragmentadas y vueltas semilla.

Algunas también han vuelto a crecer, allá a lo lejos las miro, a cierta hora me gusta ver como sus colores iluminan el cielo de naranja y rosa. Que estemos lejos no nos hace competencia, hemos ido diseminandonos fuera de ese reducido espacio donde nos obligaron a nacer y el sol puede alimentarnos a todas; me concentro en el tallo de la de junto, en que mis pétalos tengan agüita para cuando sea necesaria, en bailar mi parte en este ritmo de todas para vernos crecer.



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