Las monstruas
Es imposible que se queden calladas, sus acciones no pasan por el filtro de lo agradable, viven solas, se juntan con otras monstruas, salen de noche, dibujan sobre su cuerpo, no le sonríen al que se les atraviesa con la palabra sobre la calle. No les asusta lo que piensan sobre su vida, en realidad, parece que todo es cierto y que a ellas simplemente no les importa.
Algo debe estar mal en ellas…
Las monstruas nacieron siendo monstruas, fueron amadas y cuidadas por otras que no se sabían monstruas pero que definitivamente lo eran, ellas también eran enormes y en sus brazos cabía la munda entera, en sus labios las certezas que necesitaban para nunca hacerse pequeñas para caber en algún lugar.
Se supieron monstruas cuando se dieron cuenta que a su alrededor sólo había otras monstruas. Gigantas llenas de fuego y rabia, de flores y cariño, de palabras y pies plantados en la tierra.
En las noches bailan con otras monstruas, se abrazan y hablan del dolor, de lo que se guardaron para llorar, de lo que no hablan ni sospechan aquellos que hablan y les señalan desde cualquier parte del mundo.
Ellas juntas gestan la vida, han parido otras monstruas, juegan con muñecas, ríen tiernamente, se acurrucan en los brazos de otras, se acarician y se trenzan el cabello, la amora que tienen para ellas parece infinita.
Está bien que ellos no sepan, que no se imaginen lo que está ocurriendo de verdad.
Ellas no son buenas, no son calladas ni son pequeñas, ellas son malvadas.
Está bien que ellos no sepan, que no se imaginen que ellas conspiran, gestan ideas, paren acciones, tienen dibujos y risas;
Ellas ya sueñan y trabajan en construir su nueva munda.
Ellos no podrían entenderlo, pero ellas son terribles, son malvadas, están planeando dinamitar el mundo que a ellos les sostiene.
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