Criando amora
Cami nació en una casa de mujeres, incluidas la gatita y sus dos perritas que todo el día iban y venían buscando amor con la que se encontraran en el camino; sus abuelas, tías y primas o alguna de sus mamás, que pasaban días enteros llenando la casa de risas, abrazos, canciones, juegos y arrumaquitas.
Tenía 12 años cuando su prima pequeña le contó que sospechaba que su mamá podía hacer magia; un día habían llegado a la nueva casa que habitaban y todo estaba en cajas, desordenado y un poco sucio, sólo había una mesa y sillas, y al día siguiente, en el centro de la mesa había fruta, pan, y unas servilletitas muy bonitas de hilitos de colores en cada lugar. Y Cami encantada la escuchaba contar que los sillones que habían estado arrinconados el día anterior, ahora se veían muy bonitos porque tenían cojines de los mismos colores que las servilletitas, había cuadros y adornos colgados por toda la casa, y unos pajaritos de cristal bailando en su ventana que le recuerdan a diario que ahora tiene un cuarto donde dormir tranquila.
La tía mágica era la prima de su mamá, de alguna de ellas pero no recordaba de cuál; en su casa todas parecían familia, hasta ponían la misma cara cuando llegaba a visitar algún extraño. Además, algo que también tenía en común era que disfrutaban viajar y llevar a Cami con ellas, que era muy feliz en cada ocasión porque siempre había comida rica a donde iban, además de mujeres alegres que le contaban historias de cuando era beba o ellas eran más jóvenes.
A menudo, las mamás de Cami hablaban sobre lo felices que las hacía verla crecer, bailar y ser libre, además de sentir la tranquilidad de que no estaría sola porque siempre habría otra que le hiciera compañía.
Cami sabía que era amada porque siempre la escuchaban cuando contaba sus historias, la abrazaban mucho, y le cantaban, lo que la hacía particularmente feliz, tanto que ya hasta ella había comenzado a componer cancioncitas para sus perritas y gatita.
Felices, se encontraban cada noche y parecían de otro mundo, uno construido de amistad, compañerismo y confianza, lleno del amor repartido entre cada una… Cami crecía en paz, entre mujeres que se amaban y se cuidaban entre ellas, y todas las que las veían se sentían dichosas de ser parte de eso.
* Escrito por Itzel Nallely
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