Amparo, la mujer

Camino descalza por la orilla de la playa, me gusta sentir la suavidad de la arena, me detengo y veo mis pies perderse en la espuma. A lo lejos  una mujer sentada, con la mirada en el horizonte; el ambiente se siente en paz.

Al llegar a ella me siento en silencio para unirme a su armonía, me mira y resalta una gran sonrisa que me habla de la alegría, de confianza y sus dientes grandes me dan la bienvenida. Su sonrisa me cautiva.

Mirando el mar, las olas cantan a las mujeres melodías que curan el alma; ella rompe el silencio mientras su voz es el contraste con la historia que duele, me mira y sus ojos confirman el dolor en ella, aún así su sonrisa es la misma.
Me conmueve Amparo aquel día, por sus días de pérdidas, por sus muertos, por sus hijos refugiados en sus brazos; me conmueve ver sus rostro que me dice sus desdichas, las calumnias y el olvido a su alrededor. Y aquí estamos, con la brisa en el rostro mientras van fluyendo las desdichas y unimos nuestras manos; no es casualidad nuestro encuentro. Me conmuevo por Amparo que sonríe y todo cambia.

* Escrito por Gabriela Mejía

Ilustración de Haylee Morice


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