Vida, la niña libertaria
Érase una vez, no tan lejana y sí bien cercana, en la Ciudad Violeta, una noche de luna resplandeciente, todas las mujeres de la tribu se juntaron en círculo y empezaron a tocar las tamboras perfectamente sincronizadas con el ritmo de sus dos corazones. Entonaban cánticos al unísono de sus voces de mujer, abuelas, madres, hijas, hermanas, tías, primas, amigas, compañeras, vecinas, maestras, sanadoras, mayoras, adultas, jóvenes y niñas, parecía como si todas fueran una y una fuera todas.
En el centro del círculo estaba Valentía junto a Libertad, que era la líder mayora y sabia de la tribu. Valentía gritaba y a la vez sonreía al escuchar la compañía de las otras, mientras Libertad de manera dulce le decía: “Puja una vez más”…
Y entonces sucedió la magia, nació Vida, una pequeña y fuerte niña, de ojos grandes y abundante cabello, de suave sonrisa y grito potente. Libertad tomó en sus brazos a Vida y la puso cariñosamente en el pecho de su madre, Valentía, entonces dijo con voz suave y cálida, así como los rayitos de la madre sol en las mañanas:
“Bienvenida, Vida, niña mía, abre tus ojitos. Ya has llegado, vienes de un lugar seguro y hermoso llamado ‘mamá’. Aquí estamos todas nosotras junto a tu madre para recibirte, acompañarte y apoyarte siempre”
Y resonaron las tamboras, los corazones de todas se hincharon de alegría viva al ver sonreír a Vida, la niña libertaria.
* Escrito por Claudia Hija de Esperanza
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The Remembering, Anna of the Meadow |
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