Primer día de escuela

Era el primer día de escuela para Gloria. Acababa de entrar a primero de primaria, estaba nerviosa porque su nueva escuela quedaba más lejos de casa, aunque sabía que su abuela seguiría yendo por ella. Además, había escuchado a su mamá decirle a su abuela y a su tía lo buena escuela que era y lo satisfecha que estaba con el cambio, aunque tuviera que ajustar algunos gastos. Para ella, eso se traducía en lo mucho que tenía que gustarle y adaptarse a ese lugar. Esos nervios traicioneros desaparecieron cuando vio a dos de sus compañeras de la escuela anterior: no estaba sola.

Gloria ansiaba volver a casa y contarle a su prima Flor lo mucho que había participado en clase y las dos estrellas que la maestra le había dado: una por su inteligencia y otra por ayudar a sus compañeras. Aunque también había cosas que le daban vergüenza, Gloria no quería que Flor se enterara de cómo Juliana, una de las dos compañeras que ya conocía, era grosera y envidiosa con ella. No entendía muy bien la actitud de Juliana, no entendía por qué siempre quería discutir con ella, por qué hacía comentarios de envidia ¿Por qué no sólo se ponían a jugar como las niñas que eran?

Para Gloria, Flor era una referenta, por eso sentía vergüenza de contarle a esa mujer que tanto admiraba lo vulnerable que se sentía con Juliana pero, a la vez, quería contarle porque sabía que ella tendría las palabras adecuadas para hacerla sentir mejor, protegida. Y es que Flor tenía la habilidad de recordarle a Gloria lo extensas que son sus raíces y lo firme que en realidad es, aun cuando ella misma se sintiera en una cuerda floja. 

En alguna ocasión, Gloria le contó a Flor que vio cuando la mamá de Juliana la jaloneaba por no apurarse a entrar a la escuela. Estuvieron hablando respecto a lo triste que fue para Gloria ver esa situación, Flor dijo que tal vez la actitud que Juliana tenía con ella era debido al contexto en el que ella estaba creciendo: Juliana venía de una familia que la violentaba, su madre le exigía perfección, se desquitaba con ella de los saqueos y violencias que ella vivía con el padre de Juliana. Juliana, a sus seis años, interiorizaba en su cuerpa que a las mujeres se les maltrata pues nomás a gritos y jalones una entiende, como su papá lo hace con mamá, como mamá lo hace con ella…

Una tarde, al volver de la escuela, Gloria encontró a Flor y a la abuela cocinando. La abuela le preguntó cómo le había ido, después de platicar un poco, Flor se fue a sentar al sillón y Gloria corrió a abalanzarse sobre ella para hacerle cosquillas, ambas rieron y gritaron, la abuela gritó desde la cocina:  —¡Ora niñas, estense quietas!—

Gloria y Flor siguieron jugando entre risas acalladas y cosquillas silenciosas. Como siempre, Flor fue quien terminó el juego pues le gustaba hacer cosquillas, pero no que se las hicieran. Gloria decidió contarle a Flor lo que había pasado en la escuela: 

Gloria: Hola, Artemisa, ¿qué es eso que tienes ahí?

Artemisa: Es una cochinilla. La encontré en el jardín y ahora es mi nueva compañera. Está tomando clase conmiga, mira.

Gloria: Ay, qué bonita, ¿me puedo acercar más? 

Artemisa: ¡Sí! Si la tocas se hace bolita.

Juliana: Artemisa, Gloria me dijo que te quería quitar tu cochinilla, ya no le hables. 

Artemisa: Pero ¿por qué? Ella es mi mejor amiga.

Juliana: ¡Porque quiere robarse tu cochinilla!

Gloria: Juliana, deja de decir mentiras. Yo sólo quiero verla de más cerca; tú, como siempre, nomás quieres pelear. Además, tú no puedes decirle a Artemisa qué hacer, ni a quién hablarle y a quién no. Ella puede tomar sus propias decisiones.

Gloria siguió contándole a Flor lo confusa que le parecía la actitud de Juliana a veces juegan juntas y se divierten, pero después se vuelve tan confusa…

Al día siguiente, Gloria notó que Juliana estaba seria con ella: 

Gloria: Juliana, ¿estás enojada? 

Juliana: No 

Gloria: Pues te ves y te escuchas enojada

Juliana: Ya te dije que no. ¡Déjame! 

Gloria: Bueno. Juliana, no tienes que ser grosera, yo iré a jugar con Artemisa, cuando se te pase, nos buscas.

Gloria se fue a jugar y pasó el resto del día entre risas con su amiga y ejercicios a resolver que la maestra les había dejado. Cuando salió al patio, dispuesta a esperar a la abuela para ir a casa, vio que Juliana estaba llorando y se acercó a preguntarle qué pasaba:

Gloria: ¿Qué tienes Juliana?

Juliana: Es que hoy no me gané ninguna estrella y mi mamá se va a enojar. 

Gloria: ¡Ay! No te preocupes…Mira

Gloria sacó una plantilla de estampas de estrellas plateadas que su mamá le había comprado el fin de semana. Entre llanto y emociones confusas, Juliana dejó que Gloria lamiera la estrella y se la pusiera en la frente. Ambas rieron cómplices y prometieron verse al día siguiente para seguir compartiendo.

* Escrito por Fer Abigail



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