Las ruiseñoras y la mariposa

En una ciela no muy lejana donde habitaban pájaras y mariposas, volaba Juana, una mariposa color violeta.

Un día de diciembre de 2013, Juana fue atacada por el lobo feroz. Su ataque era casi imperceptible a la vista, pero la consumía desde dentro. 

Aunque la mariposa se encontraba un poco aturdida y perdida, debido al ataque del lobo, decidió compartir su tiempo y energías con unas pájaras: eran de una bandada de ruiseñoras que ayudaban a otras pájaras víctimas-sobrevivientes de violencia sexual. Para Juana esta experiencia resultaba ser enriquecedora y sanadora por su gran potencial creador de otras realidades.

Tres años después de luchar contra este lobo, la mariposa se percató de que su capacidad vital de vuelo se estaba desvaneciendo debido a los estragos que el lobo había dejado en su interior: ya no tenía suficiente aire para volar, ni oxígeno para respirar.

Sus amigas pájaras conspiraron entre ellas para anidarla. Cada ruiseñora donó una de sus más hermosas plumas para reforzar las alas de Juana y así mantenerla y sostenerla en vuelo. La mariposa, sorprendida y agradecida con sus amigas, comprendió que entre nosotras las mujeres existe una práctica recíproca y empática que nos sostiene y mantiene, que en palabras del mundo se nombraría solidaridad.

Juana y las ruiseñoras continuaron sus vuelos; algunas siguieron juntas, otras migraron a otras cielas, pero siempre con la certeza de saberse y habitarse junto a otras.

* Escrito por Claudia hija de Esperanza

Filomenas colectiva feminista y red de acompañamiento en V.S.


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