Imagina
Imagina que eres una planta, la que tú quieras. A mí me gustan las margaritas. Seamos una margarita que está en el patio con sus amigas.
Imagina que estamos tranquilas, hasta que llega un señor que nos arranca para ponernos en un vaso, ni siquiera una maceta. Nos arranca las hojas y las raíces, nos pone en un frasco en el que echa poquitita agua y nos deja en una mesa solitaria.
Al poco rato, llega una niña que corre para vernos siendo margaritas en esa mesa. Nos ve que estamos tristes y corre por más agua para regarnos, pero el señor detiene a la niña y le dice que mejor se vaya al patio a hacer su tarea. Nosotras, como margaritas, vemos desde la ventana que la niña corre al patio.
En el patio, la niña habla con nuestras amigas margaritas y se entera de lo que nos hizo el señor. Entonces, la niña, muy inteligente, se espera a que el señor salga de la casa y corre por nosotras. Nos lleva al patio de donde nos arrancó el señor y, con ayuda de nuestras amigas margaritas, nos regresa a nuestra casa.
Cuando llega la mamá de la niña, le ayuda a acomodarnos de nuevo mientras le canta, y le promete nunca más volver a esa casa, ni con ese señor. Ella le dice: “Nos vamos a ir lejos, y habrá muchas otras plantas y amigas”. Y al pasar de unos días, eso es lo que hacen.
* Escrito por Monse Monstera
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