Aparecer

El día más triste para Teresa fue cuando la desaparecieron. No fue un feminicidio aunque venía de la misma intención. El día que la desaparecieron, usaron su foto para decirle “fea” y enumerar por qué era una ‘terfa’.

Como la cuerpa de Teresa es sabia, desde hace dos días le había avisado que no podría gastar energía con gente grosera, así que la enfermó y, para cuando la desaparecieron, lo único que alcanzó a hacer fue compartir el hecho con sus hermanas: las que vivían en su casa y las que estaban regadas por todas las cuadras. Mientras hacía eso se atragantó en llanto y decidió dormir pensando que quizá solo era una pesadilla.

Al otro día, cuatro mujeres le mandaron mensajes, dos llamaron por teléfono y casi diez le propusieron una reunión de emergencia por zoom. Una le propuso Veracruz para descansar; dieciséis escribieron sobre ella, le dijeron por qué era valiosa, le recordaron lo que habían construído juntas, por qué es verdad que ella tiene esencia de manzanilla; le volvieron a contar su historia y, con eso, ella regresó a la vida. Le devolvieron la dignidad y no dejaron que se pudriera en soledad.

Para la facultad, Teresa había desaparecido: se fue porque sí era una TERF, segurito se fue por la vergüenza, pues habían gritado su secreto. Se fue, desapareció y se quedaron tranquilas, pues nunca aparecería en los pasillos.

Teresa estaba sanando en lo privado, con más lesbianas de las que alguna vez había contado. Salía a comer por las tardes con su madre y escribía cuentos los sábados por las tardes.

Si eres Teresa, déjame decirte que nunca desaparecerás, porque siempre habrá mujeres que desconfíen de los escenarios perfectos. Habrá mujeres que te escucharán, siempre habrá mujeres desafiando el borrado.

Yo soy, yo fui Teresa y, si te pasa, yo estoy aquí para recordarte quien eres, para escribir de ti, para agradecer tu existencia, para ofrecerte una reunión en zoom, mi casa y tardes escribiendo hasta que puedas sanar, hasta devolverte la dignidad.

Hoy me encuentro viva, segura y visible porque, para quienes nos aman, nosotras nunca nos fuimos.

* Escrito por Susy Manzanilla




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